Comencé a ver ligeros humillos como a manera de serpientes con un ligero calentamiento de la tierra que salía entre la tierra arada y oí al mismo tiempo un estruendo también ligero como cuando destapa uno una enorme botella de sidra. Inmediatamente después salió una inmensa columna de humo… Estaba atontado, no sabia que hacer o que pensar, y no podía encontrar a mi esposa ni a mi hijo ni a mis animales. Entonces miré la grieta donde se levantaba el humo y mi miedo desapareció por primera vez‘

En la tierras campesinas de Michoacán brotó un 20 de febrero de 1943 el único volcán que el ser humano ha podido documentar desde su nacimiento hasta su extinción. Eligió al pueblo purépecha de Michoacán para lanzar al espacio su espíritu ígneo.

Mientras Dionisio Pulido araba su tierra, pudo ser testigo de este sublime fenómeno natural. Él mismo acudió con las autoridades locales a dar su testimonio y firmar el acta de nacimiento del volcán más joven del mundo.

En la propiedad del señor Dionisio Pulido nació a las 17:30 Hrs del sábado 20 de febrero de 1943 encontrándose en esa hora el señor Dionisio preparándose para iniciar la siembra del maíz’, inicia el documento.

Comencé a ver ligeros humillos como a manera de serpientes con un ligero calentamiento de la tierra que salía entre la tierra arada y oí al mismo tiempo un estruendo también ligero como cuando destapa uno una enorme botella de sidra. Inmediatamente después salió una inmensa columna de humo…» dice el testimonio del purépecha Dionisio.

La columna de humo que dewcribió pudo verse a kilómetros de distancia, hasta la ciudad de Uruapan. El pueblo de Parangaricutiro comenzó su desalojo el domingo en la madrugada.

Para el medio día, el volcán emergió con toda su furia creciendo progresivamente al trascurso de los días hasta llegar a más de 400 metros de altura. Según consta en el acta de nacimiento del volcán, en el pueblo solo quedaron 9 personas: el presidente municipal, el sacerdote y otros propietarios que se negaban a perder sus bienes. Por fortuna la erupción no dejó víctimas mortales y San Juan Parangaricutiro fue reubicado.

El volcán Paricutín cesó sus actividades nueve años después de su nacimiento y Dionisio estuvo ahí para despedirlo.